El travestismo de Aquiles. por Lucía Sánchez Iturbe (trabajo nº 2)

14.01.2013 20:44

Aquiles y Quirón, detalle de un sarcófago de época romana

 

Todas las biografías de los héroes tienen momentos extravagantes y mágicos, incluida la de Aquiles, el héroe de la Guerra de Troya y protagonista de la Iliada de Homero.

Aquiles era nieto de Éaco e hijo de Peleo, rey de los mirmidones de Ftía, y de la diosa marina Tetis. Cuando nació, su madre, Tetis lo quiso hacer inmortal bañándolo en la laguna Estigia. Sin embargo, el agua no llegó a mojar el talón, por el que la diosa sujetaba a su hijo y que se convertiría en el punto vulnerable de su cuerpo.

El arte y el cine  siempre ha presentado a Aquiles como un guerrero nato y violento. No obstante, la mitología no lo muestra ni mucho menos con la masculinidad esperable.  La Iliada lo muestra llorando y buscando el consuelo de us madre en dos ocasiones. Pero hay más. 

La diosa Tetis, cuando  fue advertida de que si su hijo Aquiles pisaba la tierra de Troya moriría,  lo mandó  a la corte del Rey Licomedes en la isla de Esciros, con la petición de que el rey lo escondiera en su corte y así  evitar el destino. Allí, Aquiles, que por su juventud aún era de facciones ambiguas  vivió entre las hijas de Licomedes bajo el nombre de Pirra, que en griego significa "Pelirroja". Su travestismo no evitó que el héroe violara a Deidamia, madre de Neptólemo, su único hijo conocido.

Pero Ulises, cuando supo por el profeta Calcas que los aqueos perderían la guerra de Troya si Aquiles no participaba, indagó el paradero de Aquiles y se presentó en la corte de Licomedes disfrazado de vendedor de joyas. Como Aquiles, muy metido en su papel de mujer, era irreconocible por su aspecto,  el astuto Odiseo tuvo una idea. Desplegó ante las doncellas todo tipo de joyas y esperó su reacción: Todas se lanzaron avidas sobre las joyas menos una que se decantó por la espada. Esa doncella era Aquiles.

Fue así como Aquiles marchó a Troya para encontrarse con su destino. El mito deja patente que ni si quiera los dioses pueden vencer al destino.