Mito de Apolo y Dafne, por Laura Mª Jiménez (trabajo nº 2)
Apolo, orgulloso de haber matado a la seripiente Pitón, se burló del dios Eros por llevar arco y flechas siendo tan joven. Eros dio a entender a Apolo que no competiría con él conformándose con herir a gente enamoradiza. Entonces le lanzó una flecha de oro que hizo que se enamorara de la ninfa Dafne, hija de Gea (la Tierra) y de Peneo (un río), mientras que a Dafne le lanzó una flecha de plomo, que provocó el rechazo de la ninfa.
Apolo la persiguió durante un tiempo y cuando ya iba a darle alcance, Dafne pidió ayuda a su padre, quien la transformó en laurel. La metamorfosis de Daphne ha sido magistralmente descrita por Ovidio:
"Apenas había concluido la súplica, cuando todos los miembros se le entorpecen: sus entrañas se cubren de una tierna corteza, los cabellos se convierten en hojas, los brazos en ramas, los pies, que eran antes tan ligeros, se transforman en retorcidas raíces, ocupa finalmente el rostro la altura y sólo queda en ella la belleza".
Este árbol es el objeto del amor de Apolo, y puesta su mano derecha en el tronco, advierte que el corazón de su amada palpita dentro de la corteza, y abrazando las ramas con cariño, besa aquél árbol que parece rechazar sus besos. Por último Apolo dice:
- "Pues veo que ya no puedes ser mi esposa, al menos serás un árbol consagrado a mi deidad. Mis cabellos, mi lira y aljaba se adornarán de laureles. Tú ceñirás las sienes de los alegres capitanes cuando el alborozo publique su triunfo y suban al capitolio con los despojos que hayan ganado a sus enemigos. Serás fidelísima guardia de las puertas de los emperadores, cubriendo con tus ramas la encina que está en medio, y así como mis cabellos se conservan en su estado juvenil, tus hojas permanecerán siempre verdes."
Estatua de Bernini.