La política en la Antigua Grecia, por Víctor Chicano Navea

24.02.2013 20:58

 

    Los griegos dejaron grandes nombres en todas las ramas del saber: Hipócrates en la medicina; Heródoto, Tucídides y Jenofonte en la Historia; Esquilo, Sófocles y Eurípides en el teatro. Pero uno de los más importantes aportes históricos del mundo griego fue, sin duda, su experiencia política. Atenas, una de las ciudades más importantes de la península Balcánica, implementó a lo largo de su historia una serie de sistemas de gobierno que actuaron como antecedentes del sistema democrático. Para ello, los griegos crearon en distintas épocas de su desarrollo una serie de instituciones que se fueron perfeccionando a lo largo de su historia.

    La primera forma de gobierno fue la monarquía, que se estableció en las antiguas civilizaciones minoica y micénica y en las primeras polis de la península griega. Este tipo de gobierno fue sustituido por otras formas: primero la aristocracia, después la tiranía y por último la democracia.

    En la Atenas del siglo VII a. de C. se instaló un gobierno aristocrático, en el que el Concejo Real fue substituido por el Areópago. Esta institución correspondía al órgano supremo de gobierno, formado por todos los que eran y habían sido arcontes, que eran personas encargadas de las distintas tareas del gobierno, todas ellas, pertenecientes a la aristocracia ateniense.

    Después de una época en que legisladores como Dragón y Solón permitieron la consolidación de la oligarquía, en el siglo VI predominó la tiranía como forma de gobierno. Esta fue  la  expresión  de  los  deseos  populares  de  librarse  del  poder  de  las oligarquías, que los habían dominado durante décadas. Así, a finales del siglo VI a. de C. se logró implementar la democracia en Atenas, gracias a la obra de gobernantes famosos como Clístenes y Pericles.

    Las principales instituciones del gobierno ateniense eran:

La Asamblea Popular o Ekklesía, en la que participaban y podían ejercer el derecho a voto los ciudadanos varones mayores de 18 años. Este órgano de poder fue uno de los más importantes de la democracia ateniense, sin embargo, las mujeres, los extranjeros y los esclavos no podían participar en ella. Este detalle ha llevado a diversos autores a definir a este sistema democrático como eminentemente aristocrático, donde solo una minoría podía participar.

El Consejo de los Quinientos o Boulé, que ejecutaba las decisiones que adoptaba la Ekklesia.

El Arcontado, órgano colegiado de gobierno (de varios integrantes), formado por nueve arcontes. Los tres primeros se repartían las funciones que antes correspondían a los reyes y correspondían al arconte rey, encargado de los asuntos religiosos; el arconte polemarco, que dirigía los ejércitos; y el arconte epónimo, que velaba por los derechos de las familias, además de dar su nombre al año (por este motivo se denominaron “anárquicos” o “anarquías” los años que no tuvieron arcontes epónimos). A partir de las reformas de Solón, los arcontes no tenían que pertenecer necesariamente a la clase de los aristócratas, pero sí tenían que ser elegidos entre los ciudadanos ricos.

El Areópago, ejercía las funciones judiciales, resolviendo los casos de especial gravedad, como los homicidios; además, controlaba a los magistrados.

A partir de estas instituciones, cada una con una función específica, se comienza a desarrollar, de alguna u otra manera, la idea de la independencia de los poderes del Estado.

Es importante resaltar el carácter limitado de esta democracia, si se piensa en que solo podían participar los hombres mayores de 18 años. Sin embargo, y a pesar de aquello, los atenienses inauguran este tipo de gobierno participativo que consideraba la discusión y el intercambio de ideas como fundamento para sus relaciones políticas y sociales.

Con respecto a la participación ciudadana, es importante destacar que la mujer tuvo en Atenas un importante rol en el espacio privado, no así en el público, que se caracterizó por ser un área eminentemente masculina. Los hombres manejaban lo público, lo político y todo lo que se refería al poder de la ciudad y a la discusión de asuntos de Estado.

A modo de síntesis sobre la organización social de Atenas se puede decir lo siguiente:

En Atenas, y en la mayoría de las polis de la Hélade durante la época clásica, los habitantes se dividían en Ciudadanos (los únicos que gozaban de todos los derechos); Metecos o extranjeros, dedicados a actividades como la artesanía y el comercio; y Esclavos, que eran quienes llevaban a cabo los trabajos más pesados en la agricultura, la minería o en los hogares de los sectores más pudientes de la ciudad.

Los niños y las mujeres se concentraron en los espacios privados y no participaron de las decisiones de orden político.

Por encima de sus diferencias políticas, las polis griegas establecieron un nuevo marco de relaciones entre los individuos y el Estado basado en la ley y cuyo objetivo era sustraer las relaciones humanas a la violencia y la arbitrariedad. Para los griegos un estado libre es aquel en el que la soberanía la tiene la ley y no el gobernante. Esta fórmula se convertiría con el paso del tiempo en el fundamento de todos los sistemas políticos de Occidente.

El ideal de vida de los griegos en la polis se correspondía con el sometimiento de los ciudadanos al imperio de la ley; como afirmaba Píndaro la ley reina sobre todos los seres, lo mismo sobre los mortales que sobre los inmortales.

Este respeto reverencial por la ley estaba basado en la promulgación de buenas leyes, eunomía, inspiradas en la sabiduría y que buscaban conseguir la concordia, homonia y la justicia, diké. La importancia que se da a la ley y la necesidad de su cumplimiento exigía que los ciudadanos tuvieran conocimiento de las mismas. Para facilitarlo, las leyes nuevas se escribían en una estela que se colocaba en algún lugar público para ser accesibles a la población.

Este respeto reverencial por la ley estaba basado en la promulgación de buenas leyes, eunomía, inspiradas en la sabiduría y que buscaban conseguir la concordia, homonia y la justicia, diké. La importancia que se da a la ley y la necesidad de su cumplimiento exigía que los ciudadanos tuvieran conocimiento de las mismas. Para facilitarlo, las leyes nuevas se escribían en una estela que se colocaba en algún lugar público para ser accesibles a la población.

Contenido de las leyes

La mayor parte de las leyes se refieren a los ciudadanos de pleno derecho consagrando así su posición privilegiada frente a extranjeros, esclavos o mujeres.

Estas normas establecen:

• Las obligaciones y derechos de los individuos en relación a la comunidad.

• Los procedimientos en los litigios entre particulares.

• Las sanciones penales o civiles.

•El castigo por crímenes contra el Estado.

• Las normas de acuñación de moneda.

• El calendario anual cuyas principales festividades son las solemnidades religiosas.

La variedad de leyes era extrema y las codificaciones escasas:

• Leyes de Gortina

• Compilaciones atenienses en las leyes de Solón o en el código de Nicomacos.

Los griegos, a diferencia de los romanos, no intentaron sistematizar el conjunto de textos legales dispersos. La división política de Grecia hacía imposible la unificación del derecho.

La democracia ateniense

En Atenas, tras la tiranía de los hijos de Pisistrato, Clístenes estableció en la segunda mitad del s. VI las bases de la democracia ateniense alcanzadas bajo el gobierno de Pericles.

Desde entonces, el ideal político ateniense se fundamentó  en una vida en común en la que el mayor placer del ciudadano consistía en la participación en la vida pública.

Los principios sobre los que se asentaba la democracia ateniense  eran:

• eleuthería: "la libertad"

• isegoria: "la igualdad de palabra" o libertad de expresión.

• isonomia: "la igualdad ante la ley".

 

Los instrumentos para hacer efectiva esta democracia fueron un conjunto de instituciones caracterizadas por la rotación de los cargos, la designación de los magistrados por sorteo y la ampliación del cuerpo de gobernantes. El objetivo era que todos los ciudadanos participasen en la vida pública, sin exclusiones por rango o riqueza.

A continuación, una imagen que esquematiza todo lo señalado hasta ahora:

 

En la Grecia clásica, por primera vez primó el pensamiento secular, es decir, una cierta separación de la religión y la política. No es que los griegos no fueran religiosos: tenían una gran cantidad de dioses y muchos rituales, pero sus dioses eran sólo algo más que hombres, y su culto se parecía más a un ministerio de relaciones exteriores que a una adoración estática y temerosa.

Los primeros filósofos políticos propiamente dichos fueron los sofistas, en el siglo V aC. Fueron los intelectuales de su tiempo, altaneros y engreídos, que se enorgullecían de su emancipación respecto de la religión tradicional y de la moral convencional. Rechazaban el patriotismo y los deberes de la ciudadanía, y planteaban una libertad individual sin trabas y un libre pensamiento. Mucho antes que Maquiavelo, plantearon una completa separación de la conducta pública y la moral privada.

Los sofistas enseñaban que el Estado es de origen convencional y contractual; que las leyes expresan una relación de fuerzas desprovista de toda sacralidad, y que el derecho se identifica con el poder. Su imagen individual, de intelectuales desencantados, ciertamente lúcidos en muchas observaciones y hasta simpáticos en su individualismo anárquico y un tánto cínico, se eclipsaba ante las consecuencias prácticas graves que podía tener la generalización de sus teorías, que cuestionaban las bases implícitas de la ciudad misma y el conformismo social de la mayoría de sus habitantes.

Sus ideas, potencialmente subversivas, convocaron al campo de la controversia a un pensador incomparablemente más valioso y profundo que ellos: Sócrates (469-399 aC) quien, con su inimitable dialéctica mostró la falsedad de sus argumentos y enseñó el carácter natural y necesario del Estado, el fundamento inmutable y sagrado de la Ley, la necesaria sujeción del Poder al Derecho, la primacía de la Sociedad sobre el Individuo y el derecho social a exigir los servicios del hombre más sabio y mejor para su gobierno.

Como una cruel ironía, este hombre sabio y prudente (pero molesto en su punzante crítica a la mediocridad y corrupción de los poderosos) fue acusado de impiedad y condenado a muerte! por el ignorante y fanático "demos" de Atenas, mientras los sofistas seguían difundiendo sus ideas disolventes, en muchos casos ya convertidas en técnicas apropiadas para el éxito político momentáneo.

El asesinato de Sócrates fue una escandalosa injusticia, el prototipo del acto inicuo, contra el que debe luchar todo filósofo. Tal convicción animó la obra de Platón (427-347 aC), que fue su discípulo durante los últimos ocho años de la vida de Sócrates, y que dio a conocer y desarrolló en sus "Diálogos" las ideas de su Maestro, aunque quizás nunca sabremos realmente cuál fue el aporte de uno y otro a la construcción de esa verdadera columna vertebral de la filosofía occidental.

Los principios fundamentales de la filosofía platónica son: que el fin supremo de la existencia es la virtud, que la virtud es sinónimo de conocimiento, y que el intelecto, órgano del conocimiento, es el factor dominante en el hombre. Platón aplicó tales principios en sus tres diálogos políticos: "La República", "El Político" y "Las Leyes".

El objeto de "La República" es combatir las ideas políticas de los sofistas, y criticar las costumbres políticas de los gobiernos griegos de su tiempo -democracias o monarquías- por su falta de virtud cívica. Plantea en esta obra un ideal político demasiado abstracto y deshumanizado. En "El Político" formula un sistema más compatible con la naturaleza humana corriente: en este diálogo se inclina a pensar que el mejor gobierno posible es el del "Rey-Filósofo", que gobierna de acuerdo con las leyes. Finalmente, en "Las Leyes", Platón abandona la idea de alcanzar un ideal metafísico y concluye diciendo que en este mundo imperfecto (donde los Reyes-Filósofos son muy escasos) un Estado con división y separación de los poderes es lo mejor que prácticamente puede realizarse.

Aristóteles (384-322 aC) fue un discípulo rebelde y cuestionador (y el más capaz) de Platón, y tras la muerte de su maestro y muchos viajes, fundó en Atenas su propia escuela, el Liceo.

Su principal obra de pensamiento político, "La Política", no tiene el encanto literario de los diálogos platónicos, y al parecer proviene de apuntes de conferencias recopilados por discípulos. Esta obra continúa y acentúa decididamente la tendencia, que ya se insinuaba en el último Platón, de abandonar la vía puramente especulativa y fortalecer la participación del material empírico en la reflexión política, al punto de que Aristóteles puede ser considerado "el padre fundador de la Ciencia Política clásica"

Como conclusión, comentar que la política griega, al igual que otros numerosos campos procedentes de esta magnífica cultura, ha sido de vital trascendencia en nuestra evolución social a lo largo de los últimos años, sentando las bases de nuestro "actual" sistema político. Y lo pongo entre comillas, porque hoy en día se pone en duda la transparencia y realidad de este modelo, gracias a unos cuantos "tiranos". Parece que hace 2.000 años, nuestros contemporáneos encontraron el camino correcto a seguir. ¿Hacemos lo mismo nosotros? Por lo menos contaban con la ayuda de los filósofos, cosa que hoy en día no, ya que se considera una especie en peligro de extinción.