La sexualidad en la antigua Grecia, por Pedro Jiménez Martínez (trabajo nº 6)

28.01.2013 16:27

Toda la Historia del mundo occidental hasta la actualidad, está influenciada por la cultura griega. De la época clásica, de tanta trascendencia para nuestra cultura, sabemos de sus batallas, de sus monumentos, de sus esculturas, de sus reyes, de sus dioses… pero hay un aspecto incómodo que se resiste al análisis objetivo y que despierta una curiosidad morbosa: sus costumbre sexuales. Y es indudable que estudiando sus costumbres sexuales podremos comprender mejor la mitología y la historia de este pueblo.

La mitología griega está llena historias sexuales escabrosas y de infidelidades  protagonizadas por dioses y héroes; si entendemos que los héroes y los dioses eran los modelos imitar, esto parece indicar que los griegos aceptaban tales prácticas.

Era una sociedad en la que el amor y el sexo no solían coincidir entre hombres y mujeres, pues los unos vivían publicamente y las otras estaban enclaustradas en la casa por temor al adulterio.  Se consideraba a la mujer con apetito sexual ilimitado y solo con el matrimonio se lograba frenar el deseo. Una niña de 13 años dejaba sus juguetes para casarse con un varón mucho mayor que ella ya que, por recomendación médica, era necesario perder la virginidad antes de la primera menstruación. Además se consideraba que los flujos del varón beneficiaba a la mujer saludablemente y aumentaban su capacidad mental. La pérdida de la virginidad de la doncella antes del matrimonio era la pérdida de un tesoro irremplazable y la inhabilitaba para el papel de esposa. la diosa que protegía la virginidad de las doncellas era Artemisa, que era una diosa virgen.

Una historia muy interesante es la de Hermafrodita, el hijo de Hermes y Afrodita que, bañándose en un lago, la ninfa Salmacis quedó prendada de su extraordinaria belleza; se le acercó y le abrazó tan fuertemente, que el joven absorbió de la ninfa  su naturaleza de mujer y quedó dotado de ambos sexos.

Es indudable que leyendo estas historias y observando las esculturas, bajorrelieves y pinturas que realizaron, se llega a la conclusión de que los griegos admiraban la belleza, tanto masculina como femenina, algo que choca en nuestra retocada cultura actual, en la que no se acepta que un varón heterosexual pueda apreciar la belleza de otro de su mismo sexo.

Existe gran cantidad de material literario que se relaciona con el tema homosexual, tanto en época arcaica como clásica: Está la relación entre Aquiles y Patroclo contada en Ilíada de Homero, las elegías eróticas de Teognis, los poemas líricos de Safo, las comedias de Aristófanes, el Banquete de Platón, el Dialogo de los dioses de Luciano, las Obras morales y de costumbre de Plutarco.  

En la educación tradicional espartana en la que los hombres vivían en el campamento alejados de sus mujeres Licurgo estableció la norma de que los jóvenes se sometiesen al  padrinazgo de un amante que los educase y protegiese en combate, relación conocida como pederastía.

Debido a la admiración que Esparta provocaba entre la aristocracia de toda griega, la pederastia fue adoptada como moda por los aristócratas, entre los cuales no eran los padres quienes se hacían cargo de la educación de los jóvenes sino un adulto notable de la fratría aristocrática, o hermandad de camaradas, que lo instruía, lo preparaba para la vida social y lo acompañaba en el combate. Se institucionalizó que a cambio de tal formación, el adulto disfrutaba del joven, lo cual incluía ciertas prácticas sexuales entre las que no estaba permitida la sodomía. La pederastia tenía lugar en el ambiente de camadería guerrera de las fratrías o hermandades guerreras. Estas relaciones homo-eróticas eran consideradas beneficiosas para los combatientes griegos ya que, les hacían más ardorosos para la lucha y les resolvía los problemas de afecto y cariño que los soldados han padecido alejados de sus seres queridos a lo largo de la Historia.  Así pues, se puede decir, que estos vínculos entre los soldados fueron decisivos en las gestas militares griegas. 

Un hecho conocido de la Atenas de finales del siglo VI fue el protagonizado por una pareja de amantes, los tiranicidas Harmodio y Aristogitón, que perpetraron el asesinato de uno de los hijos de Pisistrato, Pródico, pero fracasaron en el de Hipias, siendo ajusticiados. Ambos se convirtieron en héroes de la libertad para los aristócratas que les erigieron sendas estatuas en mármol para hacerlos objeto de  culto. Se consideró que la proeza de ambos,  fue consecuencia de la fuerza del amor que entre ellos había.

 La creación de los gimnasios (gymnasía significa desnudez) para la ejercitación en la lucha, fomentó el culto al cuerpo e incidió en que el aspecto erótico le fuese ganando terreno al del compañerismo en las relaciones entre amante y amado. Era costumbre acudir a los gimnasios para deleitarse observando a los atletas practicando la lucha desnudos.Se hacían concursos de belleza masculinos y en aquella parte del cuerpo especialmente bella se le adornaba con una cinta a modo de trofeo.

Para la institucionalización de la pederastia en Grecia influía el que las mujeres, encerradas en la casa, no podían dar al hombre otra cosa que hijos varones, ya que sin cultura y sin conocer nada de lo que pasaba en el exterior poco podían inspirar a sus maridos.

Otra costumbre del hombre griego era la de frecuentar prostitutas ya que el compromiso matrimonial consistía en respetar su condición de mujer legítima pero no en la fidelidad. La prostitución en Grecia era completamente libre y, como todo negocio, pagaba sus impuestos. Las prostitutas estaban divididas en tres grupos: las dicteriades, las auletrides y las hetairades. Las primeras eran las más populares y numerosas, eran tantas que  con sus impuestos pagaron el templo de la diosa Afroditada, daban servicio a las clases bajas, carecían de cultura y se dedicaban exclusivamente al sexo; se les obligaba a llevar peluca amarilla para distinguirlas. Las segundas servían  a las clases medias y normalmente estaban especializadas en música, streaptease y baile. Las terceras, las famosas heteras o hetairades, daban servicio a las clases altas, tenían un nivel cultural bastante elevado  y eran llevadas por sus amantes a actos sociales. Fue famosa la hetaira Aspasia, que llego a ser casi la segunda esposa de Pericles  y Lais de Corinto, que lo fue del gran orador Demóstenes, entre otras muchas. La prostitución masculina la practicaban esclavos jóvenes en burdeles. Si algún particular adolescente libre quería ejercerla, podía hacerlo, si bien a partir de la edad adulta se arriesgaba a perder sus derechos civiles.

En conclusión: Los griegos aceptaban formas del amor que hoy en día consideramos aberrantes; la pederastia y la prostitución eran parte de su cultura, así como el trato con las mujeres. Cualquier aspecto de la cultura griega es fascinante y no deja de sorprendernos. Grecia nos ayuda a conocer mejor la condición humana y a relativizar nuestras costumbres.